’Ya no necesito esconderme’: El trauma de un aborto clandestino en Chile

Marcela when she was 18 years old.

Marcela when she was 18 years old. Source: Provided to SBS Spanish

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En medio del debate sobre las leyes del aborto en Australia, Marcela, una chilena que vive en Melbourne, comparte su traumática experiencia de someterse a un aborto clandestino hace 40 años, durante la dictadura de Pinochet.


En la década de 1980, Marcela se sometió un aborto clandestino en Chile, un país que vivía con miedo bajo las reglas de la dictadura de Pinochet. El aborto clandestino de Marcela fue una experiencia desgarradora que la dejó con cicatrices emocionales.

El debate sobre la ley del aborto continúa en Australia, y aún no se ha despenalizado en Nueva Gales del Sur, Queenlsand y Australia del Sur. América Latina todavía tiene algunas de las leyes de aborto más estrictas del mundo.

"Todavía estoy en estado de shock por toda la experiencia", dice Marcela. "Nadie está preparado para una experiencia como esta, aún más a una edad tan temprana". 

Marcela se crió durante los primeros años de la dictadura en una familia de clase media en Viña del Mar. Su padre estaba en la armada y ella se educó en un colegio católico. Como muchas mujeres en esa época, se casó siendo muy niña, con apenas 17 años. Ni en el colegio ni en su entorno familiar se hablaba de educación sexual y mucho menos de anticonceptivos.
Marcela con sus padres el día de la comunión
Marcela con sus padres el día de la primera comunión Source: Supplied
“La educación sexual no existía  - explica Marcela - en los colegios católicos no se hablaba, el sexo en ese tiempo era para los animales. Yo nunca había visto un condón”.

El tabú sobre la educación sexual también se instalaba en las generaciones anteriores a Marcela e incluso se vivía con vergüenza y secretismo la historia de la violación de su abuela.

“Mi abuela fue violada cuando era muy niña y tuvo una hija. Y después lo que yo sé es que ella a los 32 años murió, pero la razón de su muerte fue que ella tuvo un aborto, realizado en la clandestinidad también y murió porque no fue un aborto bien hecho y murió de septicemia. (…)Yo creo que mi madre se hizo un aborto también, yo creo porque todos saben, o sea, la cosa es que todo el mundo sabe pero nadie habla.”
Marcela with her grandmother and greatgrandmother.
Marcela, con meses de edad, con su abuela y su bisabuela Source: Supplied
Marcela tuvo un hijo con su marido a los dieciocho años. El parto lo recuerda como una experiencia traumática. Durante el proceso, se desmayó.

“Como mi hija era muy grande, pesó como cuatro kilos doscientos,  no podían sacarla, un hombre se tiró encima de mi estómago y empezó a empujarla, un doctor. Yo perdí el conocimiento y me pusieron puntos por todos lados. (…) entonces yo ya había tenido una mala experiencia, después yo no quería tener más hijos, pero tampoco tenía los medios para tener… yo no sabía lo que eran los condones.”, explica.   

Eran los principios de los años 80 y en Chile había una profunda crisis económica. El marido de Marcela trabajaba en la empresa familiar de muebles pero las ventas bajaron mucho y no entraba el dinero.

Marcela se quedó embarazada por segunda vez.

“Lo único que sabía es que yo no podía tener un hijo, porque no lo podía mantener, porque no podía tomar otra responsabilidad. Nadie quiere tener un aborto, nadie quiere perderlo, pero hay circunstancias en que no tienes otra opción y no estoy arrepentida de haberlo hecho, porque fue en ese momento la decisión que yo tomé, pensando con responsabilidad.”
Marcela with her first daughter.
Marcela a sus dieciocho años, con su primera hija Source: Supplied

Un aborto en la clandestinidad

Marcela se siente afortunada porque tuvo la suerte de contar con el apoyo de su madre, ya que ella no tenía dinero para plantearse practicarse un aborto.  

“Mi madre encontró una enfermera y me pusieron inyecciones para tratar de soltar el feto pero eso no resultó, y traté de saltar las escaleras y tirarme al suelo porque decían que eso servía para abortar."

Al final como eso no resultó, mi madre tuvo que buscar a una doctora que era muy conocida en la zona donde yo vivía que era Valparaíso. Ella era una matrona del hospital naval muy conocida porque iba toda la gente de las fuerzas armadas a hacerse abortos.

Yo tuve una amiga que ella también quedó embarazada y tenía también otra hija más o menos de la edad mía, y ella también estaba en las mismas circunstancias mías. Yo le di el nombre de ella y resulta que después ella me contó que a esta mujer la habían tomado presa, que la habían pillado.”

Pregunta: ¿Y qué le ocurrió?

Respuesta: No tengo idea. No sé porque tú no puedes ni siquiera, no puedes averiguar no puedes saber nada después de eso, pero era una mujer muy conocida  en las navales o la Armada de allá.

P: ¿Tú sabes lo que pagó tu madre por aquella operación?

R: No tengo idea, pero sé que era muy caro porque ella trabajaba para un hospital conocido. (…)

"Y entre mujeres en el sistema de las fuerzas armadas en Chile los hombres salían de viaje, llegaban, y quedaban todas embarazadas, y por eso esta señora hacía todos los abortos a las mujeres de ahí."

“Le agradezco a mi madre que me ayudó a hacérmelo en un lugar más o menos “apropiado”. Bien se sabe, porque no lo hablamos, hay mujeres que se meten cosas punzantes dentro de la vagina para producir un aborto”
Marcela (left) with her mother and her sister.
Marcela (izquierda) con su madre y su hermana Source: Supplied

Un recuerdo traumático bloqueado

“Tomamos un bus con mi madre hasta la casa de ella que estaba en un lugar en Valparaíso…  era una casa se veía normal.
Sólo al entrar a la casa, yo estaba con miedo, de que alguien llegara y me llevara a la policía, o de que alguien hubiese dado el dato de que yo había ido, porque eso puede pasar.
Mi madre y yo entramos con ella a la sala de estar, y ella le dice a mi madre espérame acá, y me hizo subir con ella al segundo piso.”

“Me sienta al lado de una ventana y al lado de la venta tenía un carrito donde tenía sus instrumentos. Eran como unas tenazas… algunas cosas yo las he bloqueado de eso, pero recuerdo que me ella me sentó en esa silla y me dejó ahí. Y me dijo yo voy a volver en una hora, ahí me quedé sentada.”

A Marcela se le quiebra la voz mientras recuerda los detalles de aquel día.

P: ¿Qué sentías mientras estabas allí esperando?

R: Angustia y miedo. Porque yo no sabía lo que realmente era… algo tan mal mirado, pero ya estabas ahí y no puedes dar la vuelta. Entonces la esperé por una hora hasta que ella llegó. Tenía una cama de dos plazas y me dijo: Estírate ahí, levanta las piernas y ábrelas. Y de ahí ya no sé, no recuerdo, porque lo he bloqueado.”

P: Ella te dio un analgésico o algo para que no sintieras dolor?

R: No, y después me dijo, “Ya estás lista, te vas”. No quise mirar.

P: Estaba tu madre a tu lado cuando eso ocurrió?

R: No

P: ¿Y cómo era la mujer, cómo la recuerdas?

R: No la recuerdo.  Yo sé que había un hombre ahí, que trabajaba para ella, porque  después supe que esta mujer esa casa que tenía era para hacer los abortos, no vivía allí, ella solamente ella aparentaba que vivía allí pero no vivía allí, eso lo usaba como su negocio. Pero en el fondo yo tuve la suerte de estar con ella y no me paso nada, estoy viva.  

Todo lo bloqueé, yo creo. Hasta el momento, es la primera vez que me quiebro al recordarlo.

P: Han pasado más de cuarenta años desde que tuviste el aborto, no? Y sin embargo todavía se te quiebra la voz cuando hablas de esta experiencia

R: Es la primera vez que se me quiebra 

P: ¿Por qué?

R: Porque nunca lo había hablado bien.

P: ¿Y cómo te sientes ahora después de haberlo contado?

R: Ahora me duele no por haberlo hecho sino en la forma en que fue hecho. Porque yo sé que yo tomé una decisión que para mí era la adecuada. No necesito que nadie me diga… o sea cada uno tiene su opinión al respecto, pero yo creo que todos tenemos el derecho a ser tratados bien, y a no ser juzgados por las opciones que tomamos, porque nadie vive en los zapatos del otro.

“Miedo a lo que vayan a decir la gente, o porque… bueno, el miedo a que te lleven presa, que termines en la cárcel.”

’No tengo por qué ocultarme’

Más de tres décadas después, la experiencia para Marcela todavía es dura y reconoce que es la primera vez que habla sobre ello abiertamente. 

"Hablarlo es un alivio porque yo no tengo por qué ocultarme. Y por eso soy responsable al decirlo que lo hice y no quiero que mis hijos pasen por lo mismo.

Al poco tiempo, Marcela emigró a Australia con su marido y su hija de dos años, y una vez allí su matrimonio se terminó.

Con el tiempo rehízo su vida y tuvo otro hijo con su segunda pareja. Sin embargo aquella experiencia no se le olvida.

“Fue una experiencia muy fuerte y una pena que todavía a estas alturas tengamos que estar peleando para que esto se haga legal y me da pena tener que seguir esperando y esperando para que… como el divorcio, tantos años en Chile también y en otros países que le divorcio no era aceptado.”, afirma Marcela.
“Si yo hubiese tenido un hijo, a lo mejor nadie me hubiese tendido la mano, todos tan en contra del aborto y dicen preocuparse de la vida, pero cuántos niños hay en la calle y nadie se preocupa, preocupémonos de eso.”
El último informe de Amnistía Internacional (AI) basado en datos del Guttmacher Institute asegura que más del 97% de las mujeres en edad reproductiva en América Latina y el Caribe viven en países en los que el aborto está severamente restringido por ley y hasta castigado con penas de hasta 40 años,  como en el caso de El Salvador, incluso cuando el aborto se produce de manera natural.

A esa situación se suma el hecho de que la mitad de los embarazos son no deseados y no planificados -como consecuencia de la violencia sexual y la demanda de anticoncepción insatisfecha.

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