Modelos sobre COVID-19 sugieren que los adultos jóvenes deberían ser prioritarios para la vacunación

Professor Jodie McVernon of the Doherty Institute speaks virtually to the media during a press conference at Parliament House in Canberra,

Professor Jodie McVernon of the Doherty Institute speaks virtually to the media during a press conference at Parliament House in Canberra, Source: AAP

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El modelo sobre el cual se basa el plan de vacunación del Gabinete Nacional de Australia para paliar la crisis de la variante Delta del COVID-19 identifica a los jóvenes australianos como los "máximos" propagadores del virus. Además, establece un vínculo directo entre los porcentajes de vacunación y estimaciones en las tasas de muerte, y determina los impactos positivos a la economía que tendría poder dar fin a los confinamientos.


Sinopsis:

La varieante Delta del virus está desbaratando todos los éxitos anteriores de Australia en su batalla contra el COVID-19. 

Los brotes recientes en todo el país han hecho que más de 10 millones de australianos estén confinados.

El Instituto Doherty, la organización encargada de elaborar modelos científicos para el gobierno, tuvo la sombría tarea de calcular el número potencial de muertes en un brote grave.

Una vez que el 50 por ciento de la población se vacune, proyecta que todavía habrá casi 9.000 muertes por el virus. Cuando la cobertura alcance el 80 por ciento, calcula que el número de muertos superará el millar.

La profesora Jodie McVernon, del Instituto Doherty, afirma que, a medida que aumente el suministro de vacunas en los próximos meses, la vacunación de los adultos jóvenes será fundamental para alcanzar esos objetivos.

Según el documento, el despliegue de la vacuna se ha centrado, con razón, en los australianos de mayor edad, que son los que corren más riesgo de sufrir enfermedades graves y de morir, pero ahora es necesaria una "reorientación" del programa para dirigirse a los "grupos clave de transmisión".

McVernon afirmó que el acceso debería abrirse al grupo de edad de 30 a 39 años a partir de principios de septiembre, y a la cohorte de 16 a 29 años a partir de principios de octubre, lo que coincide en líneas generales con la estrategia actual.

Según el modelo del Instituto Doherty, el 70 por ciento de las personas mayores de 16 años deberían estar vacunadas antes de que el país pueda pasar a la siguiente fase del plan, cuando se relajen las restricciones a los australianos vacunados y se restablezca el límite de llegadas internacionales a 6.000 personas por semana.

Sugiere que Australia tendrá la capacidad de vacunar al 70 por ciento de la población elegible para el 1 de noviembre, y al 80 por ciento para el 22 de noviembre.

Pero las vacunas son sólo una herramienta. El Tesoro estima que el coste de los confinamientos también se reducirá gracias a la vacunación.

Costarán $570 millones a la semana una vez que la mitad de los adultos del país estén vacunados. Según las estimaciones, una vacunación de 80 por ciento de la población reduciría esa cifra a $140 millones por semana.

Aunque los dos principales partidos de Australia están de acuerdo en que vacunar a la nación es el reto más apremiante, los liberales y los laboristas difieren en cómo conseguirlo.

El líder laborista, Anthony Albanese, ha propuesto ofrecer un pago único de $300 en efectivo para incentivar la vacunación y promover el consumo. El dinero se daría a todos los australianos que se vacunen completamente antes del 1 de diciembre.

Esta propuesta costaría a los contribuyentes casi $6.000 millones.

El portavoz de Hacienda de los laboristas, Jim Chalmers, sostiene que esta inyección de capital ayudaría a estimular la economía.

Los incentivos se han utilizado en otros lugares del mundo, incluidos los Estados Unidos y Gran Bretaña.

Pero el Primer Ministro dice que sería un insulto para los australianos, especialmente para los miles de personas que ya se han vacunado.

Según indican algunas investigaciones publicadas, los pequeños pagos muestran que son extraordinariamente eficaces, a menudo más eficaces que los grandes.

El Instituto Doherty, sin embargo, no modeló el impacto que los incentivos podrían tener en las tasas de vacunación.

Para escuchar el informe completo, presiona sobre la imagen principal.

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